Es tiempo de comenzar a generar cuantas ideas podamos para resolver el problema al cual nos enfrentamos. Si bien, las ideas son gratis, ninguna idea es tonta, esta etapa se trata de construir sobre las ideas de otros y evaluar cual es la mejor opción para resolver el problema, con las notas que obtuvimos de las observaciones al problema y/o las personas que se ven afectadas por él.
No tienes que buscar un fondo de inversión para ayudarte a saber si tu idea puede ser aceptada o no. Ya te esforzaste para pensar en una posible solución, por qué no pensar en una forma de probar si funciona, la cual sea sencilla y lo más económicamente viable posible. Si la prueba sale mal, lo mejor es tener en cuenta lo que uno aprende y a partir de ahí mejorar y volver a intentar.
Las ideas son increíbles; pero si decidimos quedarnos con ellas, no valdrán nada, puede existir una gran idea; pero si nadie la conoce o tiene acceso a ella, no servirá de nada. Debemos compartir nuestras ideas con más personas, que conozcan lo que haces, porque estas relaciones son las que en un futuro pueden impulsarte, y en las cuales te puedes apoyar para que tu negocio siga adelante.
Pensar es padre, siempre y cuando después haya algo que hacer; es hora de convertir las ideas en realidad, desarrolla tu prototipo, haz tus sueños realidad, para que otros puedan verlos.